Yo la quería (IV)

Sesenta días ya han pasado
desde aquella fría noche
en que tu curiosidad y osadía
hicieran que entraras a mi vida.

Muchos más desde que
en una mañana lluviosa
-debajo del pitanguero-,
sepultara a mi amada Alida.

Mis primeros versos,
parte de mi vida,
con lágrimas en los ojos
despedí su compañía.

Con lágrimas en los ojos
recibo ahora cada día
tus palabras y tus besos
desde la lejanía.

Desde Ciudad de México,
donde jamás yo creí iría.
Hasta saqué el pasaporte
para conocerte, amada mía.

Te juré amor eterno,
con toda valía,
ahogué mi dolor
y aposté a la risa,

A naufragar en tus ojos
cuando llegue a CDMX, querida;
a pasear juntos siete días,
a pedir a tu madre tu mano

Y a vivir en armonía,
algo que hace tiempo
ya ni soñar yo podía,
pensando que aún amar

Ya más no podría,
siquiera tanto
como una vez
amé yo a Alida.

Sin embargo, Nerea,
cuando oye tu voz
me mira agradecida:
sabe que me quieres
y que serás mía

Aún mucho más
que lo era Alida
quien me trajo tristeza,
pero también la alegría

De haberte conocido a ti
a través de la poesía,
esa que escribí una noche
recordándola a ella,
porque como bien dice
mi primer poema,
yo la quería...

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