Reflexiones III (a Leticia)
nadan y retozan los cocodrilos,
afilando sus garras y colmillos;
en la derecha, están mis amigos.
Por la margen norteña con sigilo
pasan los ejércitos del enemigo,
traen muerte y desolación consigo;
en la sureña, aguardo con envido.
En el gélido invierno, y con frío,
cuando sopla el viento, amor mío,
cuando la soledad es lo más temido,
es cuando más deseo estar contigo.
En el medio del desierto, vacío,
cuando mi corazón está yermo,
cuando ya no se notan sus latidos,
es cuando por tus besos, suspiro.
En el trágico desenlace de mis versos,
en el enfrentamiento entre mis aciertos
y mis desatinos, es cuando por tu aliento,
luego de morir mil y un veces, resucito.
En tu cotidiana y fugaz ausencia
cuando a Morfeo te entregas, querida,
es cuando escribo para ti esta poesía
Para calmar mis temores, mi vida,
para sincerarme conmigo mismo
y sentirte aún más cerca, amada mía...
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