La maldición (parte I)

Se conocieron en un cálido mes de junio
cuando ambos paseaban por Acapulco
se decidieron pronto irse a vivir juntos,
ella cumplía veinte años el próximo julio…

El tiempo a su lado era eterno:
reían juntos durante horas y horas,
ella ya nunca más se sintió sola,
y él parecía un ser amoroso y tierno.

Poco a poco ella de él se desengañaba,
le pareció prudente alejarse por un tiempo
más él le dijo que su amor era cierto,
que cada día que pasaba, más la extrañaba.

Ella presentía que él no era normal:
lo demostraba en la cama de noche,
más ella nunca le hizo un reproche
por temor a que le pudiera ir mal…

Su andar felino, su ira irracional:
todo en él la hacía ya sospechar.
Sin embargo, su influjo era tal,
que temía que dejarlo fuera mortal.

Aún no conocía a nadie de su familia,
y pese a que tenía muchos hermanos,
él repetía que eran unos pobres gusanos,
y le decía que ellos le tenían envidia.

Su padre de él también era séptimo hijo,
y aunque él por su bien nunca se lo dijo,
ella ya hacía tiempo se había dado cuenta
y desde ahí, a su temor dio rienda suelta.

Cada vez que se acercaba el plenilunio,
él parecía estar irascible y malhumorado
y aunque simulaba no haberse percatado,
ella se daba cuenta de su gran infortunio...

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La muerte para mi (a Leticia)

Ando por la vida (a Leticia)

El reloj