Despedida (una historia con dos caras)

Al rayar el alba partí,
miró por la ventana,
a tomar un taxi corrí,
se quitó el salto de cama.

Llegué al aeropuerto,
le supo a melancolía,
puse rumbo a mi otra vida.
miró mi lado del lecho.

Mi teléfono sonó una vez,
supo que yo le contestaría,
creo que llegó a conocerme,
bebió un sorbo de su jugo.

Aguardé unos instantes,
dejó la colilla en el cenicero,
le dije: “aguardo el vuelo”,
respondió: “llegué a amarte”.

El avión me pareció gigante,
“lo nuestro será como antes”,
no supe si debía responderle,
“esta llama no va a apagarse”.

Sentí sus gemidos, el altoparlante,
“Amor, sincero como el nuestro...”
tomé mi maleta y el pasaporte,
“...te seguiré a cualquier parte”.

Les sonreí al piloto y la azafata,
“deja que algún día vaya a visitarte...”
me senté del lado de la ventana
“permíteme tan solo ser tu amante...”.

Fijé la mirada en cualquier parte,
su voz se tornó casi un lamento,
posé el teléfono sobre el asiento,
el avión voló rumbo al firmamento...

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