Como alma en pena II (a Leticia)
por ti abandonado a mi oscura suerte,
encontreme en el camino un amuleto,
y pese a que era un espantoso objeto
Levantelo del medio del camposanto,
ese, donde de la pena y del llanto,
entre medio de lamentos, mi gemir
y de miles de esqueletos, pretendí huir.
No era tan solo una simple piedra,
ni siquiera era un trozo de tela:
era el cráneo de un pobre inocente,
uno de esos que nunca mienten...
Mas en su interior hallé una serpiente
aquella cuyo veneno es el más potente.
No era una mamba negra, ni una pitón
era la que borra de uno toda ilusión.
La que nos pone a todos de rodillas
y crece de a poco, provoca pesadillas.
Entonces seguí huyendo, a hurtadillas
y mientras caminaba, sentí un aullido
De esos que salen desde ultratumba,
cuando a toda esperanza renuncias,
pues usando tú mil y un argucias
lograste que mi alma desnudara,
Que a pesar de todo, yo te amara.
Con el tiempo jugando en mi contra
pues la noche ya era muy entrada
y allí estaba tu larga y fría sombra
En medio de cipreses y varios álamos,
tan solo pude escapar, de ti zafando,
pues donde una vez hubo amor y ternura
ahora solamente quedaba desencanto...
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