Convivencia virtual (a Leticia)

Es cada día al ocaso que me desperezo
cuando mis brazos estiro y versos compongo
-mientras que el sol deja de verse redondo-
y que de tus labios extraño los besos.

Es al atardecer que suelo buscarte
para lazos ardientes construir,
es cuando mi corazón deja de latir
y sé que me toca en suerte no tenerte.

Es en la madrugada que siento una punzada
-que suelo trocar por sueños placenteros-,
construimos nuestros lazos imperecederos
y tu despedida penetra como una estocada.

Es al alba que la almohada vacía
me recuerda que la noche es larga
y entonces surge una pena amarga
y me dice que tú aún no eres mía.

Es durante la mañana que te sigo
y CDMX en metrobus entera recorro,
-cual tu sombra aunque haga frío-
causando en mi empleo algún engorro.

Es al mediodía en que ambos bromeamos
contándonos noticias de Uruguay y México
-descubriendo vericuetos de los léxicos-
y algún que otro chiste fino cruzamos.

Es durante las veinticuatro horas
que el tic tac de mi reloj Casio suena,
que mi solitaria alma sigue en pena
porque aunque lo disimula, te añora...

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